Comentarios de lectores



Nico P. -músico compositor y arreglador, Bs As-
Las trampas de Occidente es un libro que deschava todas las trampas que se esconden a nuestro alrededor y que la atenta observación de Carlos Monterroso las saca a la luz para que pierdan su condición de TRAMPA. Hay trampa cuando hay algo escondido, y Carlos Monterroso se toma el trabajo de sacarlas de su escondite para que las podamos ver y observar a la luz, y así pierden su poder.
Es un libro tremendamente movilizador. Las citas, el lenguaje, el humor. Es avasallador.
Es un libro de varias lecturas, plagado de citas esclarecedoras de las más diversas fuentes, ya sea filosóficas, científicas, literarias y del aservo popular.
Yo lo leí en el verano y cada tanto lo vuelvo a revisar porque esta lleno de Capas que uno va penetrando y descubriendo.
Me encantó y lo recomiendo para cualquiera que sea occidental.


Enriqueta C. -psicóloga especializada en niños, Gestalt, Bs As-
Las trampas de Occidente es un libro que te muestra descarnadamente los sufrimientos, las tramas invisibles aunque tan presentes, los escenarios falsos.
Pero paralelamente también me fue produciendo un estado de alivio, de comprensión, de alianza con el escritor. Casi un estado de alegría.
Es un libro que invita a ser leído. Es muy crudo pero a la vez el lenguaje es muy suave.
Estoy de acuerdo con lo que dice el libro, que es difícil que un psicólogo te pueda ayudar si no se desenmascaran las trampas de la cultura occidental.
Pero creo que cualquier ser humano (incluso psicólogo) que no sea ingenuo y que tenga cierta conciencia puede ser un buen compañero de ruta. También este libro.


Virginia R.-música, Bs As-
El libro me encantó. Es sencillo de leer para los que no estamos acostumbrados a este tipo de lectura. Es claro y va directo al grano. Lo descripto en el uso delirante de la matemática, impecable!
Me resonaron muchas cosas tan lindas que dice el libro. Y me alivia verlas puestas en palabras.


Fernando E. -profesor de Biodanza, Madrid-
Hacía tiempo que no me divertía tanto leyendo un libro. El libro me apasionó.
En mi opinión, Las Trampas de Occidente es un tratado de Biodanza. Lo he agregado como lectura recomendada en mis cursos.
Por mi parte, es uno de los tres libros que tengo en el baño.


Maia -se ignoran datos-
Carlos, tu libro llegó a mis manos como una casualidad pero más bien como un regalo: no eran más que simples papeles fotocopiados y mi mama me convenció para anillarlo. Tardé dos años en llegar al final de la primera parte, leyendo y releyendo, y olvidándome por meses y volviendo a releer.
Cada vez que entraba en esas palabras que tanto me llegaron, sentía como un sabor nuevo, una verdad que se me revelaba. Pero también sentía como que ya las conocía, como si ya formaran parte de nuestras vidas.
Estoy agradecida de que vivamos en la misma época, aunque estoy segura que tu libro va a durar muchas épocas más.


Laura R. -artista plástica y astróloga, Bs As-
Mi experiencia me llevó a leerlo en dos oportunidades diferentes. En la primera ocasión me molestó e irritó mucho, no pude seguir  leyéndolo y lo abandoné.
Más tarde, después de atravesar un proceso personal de cuestionamiento a mis  posturas inflexibles que me conducían a exigencias difíciles de sostener (y consecuentemente, al sufrimiento y la intolerancia), decidí volver al libro.
Y, para mi sorpresa, comencé a disfrutarlo y a emparentarme con sus miradas.
Las trampas de Occidente nos ayuda a tomar conciencia de esas dos partes nuestras que nos constituyen y que yo había visto en carne propia con respecto al propio libro. Ambas partes se habían hecho presentes en mi experiencia de acercamiento al libro... El contenido del libro era, entonces, una evidencia para mí.
El libro ayuda a revisar nuestra estructura básica de pensamiento y permite enfrentarnos a aquellas pautas culturales que nos llevan a menospreciar nuestro ser esencial. Recién entonces podemos tener una vivencia más integral de nuestras existencias.
Pero tomar conciencia de estas cosas no es tarea sencilla. Y esta es, a mi entender, la principal contribución que Carlos Monterroso nos brinda: la posibilidad  de conducirnos a la puerta de entrada de un lugar por donde empezar a mirarnos para tener un mejor entendimiento de qué y quiénes somos y cómo funcionamos en este planeta. El resto del viaje es tarea nuestra.



Goio M. -astrólogo, Jujuy-
El libro tiene una extraña cualidad.  “Me instala” en un lugar diferente frente a la vida, yo mismo, las cosas… Eso me pasa mientras leo, y después que he leído persiste, como un aroma, como un paisaje con una textura interior, emocional, peculiar… Eso se traslada también a la mirada de las cosas, como si tuviera otros anteojos para mirar (y analizar) ciertas cosas.
Duro y lúcido el capítulo sobre la ciencia. Brillante.


Horacio S. -gerente de importante empresa de servicios, Bs As.-
La lectura del libro fue muy placentera y movilizante. Además, encontré puntos de contacto con otras lecturas sobre física cuántica y teoría del caos.
Te escribo para agradecerte por las puertas que lograste abrirme para poder ver la realidad desde otra perspectiva.

Ester I -se ignoran datos-
El libro me mueve mucho las estructuras de mi personalidad. Por eso me gusta tanto, porque me hace reflexionar. Lo leyeron mis hijos también. Me parece que ninguno estamos a la altura de tamaña posición psicológica, ¿o filosófica? Porque si tuviera que contar qué es lo que leí, sólo puedo decir que pensé a través de ese libro... ¡Y eso es bueno!


Nora M. –ama de casa, Bs. As.-
Con sólo recorrer la primera parte del libro advertí que me estaba internando en  un laberinto maravilloso que no estaba fuera sino dentro de mí misma. A medida que iba avanzando, fui descubriendo  que las preguntas que me surgían eran en realidad las que me había estado haciendo desde hacía tiempo. Tal vez toda la vida. Por momentos sentía que aquellos cabos sin atar, aquellos círculos sin cerrar que tantas veces me desconciertan, no son consecuencia de mi desequilibrio emocional ni de mis enredos mentales. Que no soy la única a la que las cosas no le cierran. Y que esas trampas que describís y “denunciás”, -muchas de ellas- han funcionado perfectamente porque apenas si me había dado cuenta de que estoy atrapada en ellas. Lo extraño es que de repente, y después de haber saboreado hasta el final el libro, estoy descubriendo por mí misma muchas otras que no figuran allí…
Atrapada sin salida en la lectura, feliz como quien vive una aventura desopilante pero real, me sentí como si estuviese ascendiendo a un cerro cómodamente por una escalera, y de pronto, al mirar hacia abajo me diera cuenta de que me habían   quitado la escalera y me encontraba a una altura de la que ya no podría descender tan fácilmente como había subido…de la que definitivamente, no podría descender con la misma mochila, ni por el mismo sendero…
Uno de los pocos libros que, una vez leído, no he cerrado para siempre...


Ester II. -Bs As-
Estoy grata y fuertemente impresionada con su lectura, por el profundo trabajo interior que hay en él. A mí me pegó fuerte porque últimamente me pregunto todos los días qué somos los humanos y para qué estamos en la tierra.
Los ejes que toma el libro para analizar conductas y posibilidades diferentes son muy claros: el YO y el SELF, el devenir como eje de la vida, la existencia de otra inteligencia (la emocional) frente a la endiosada razón occidental cargada de mandatos, de causalidad, el paradigma del “por qué” vs. el del “para qué”.
Gracias por escribir este libro.


Lichi G. -en su blog, Lima, Perú-
... "Carlos Monterroso, autor argentino, retoma a Nietszche para advertir sobre el peligro que conllevan las palabras. En ´Las trampas de Occidente´ sugiere mejorar nuestra existencia alejándonos de la repetición de lo que se toma por sentido común. Quizá la mayor trampa, dice el autor, sea el uso del verbo ser. ¿Qué ocurre si colocamos ´estar´ allí donde por costumbre empleamos el `ser´?
"Adviértase cómo se corre un oscuro telón cuando decimos ´José ESTÁ adolescente´, ´María ESTÁ recepcionista´, ´el león ESTÁ peligroso´. De golpe todo se vuelve más dinámico; el futuro se abre como una flecha. Se pierde el control, un leve mareo, no entiendo bien. No soy joven, estoy joven. No soy malo, estoy malo. Respire hondo. Usted no es. Usted está. Y algo en usted está comenzando a nacer. Y algo en usted debe morir de una vez".


Diego Martín V. -cita en su tesis sobre “Variaciones en el uso de los objetos entre la comunidad precolombina y la sociedad actual”-
Según Carlos Monterroso, parece evidente que las danzas de la lluvia contenían elementos de “empuje”, de “arrastre”, de inicio artificial, en dosis pequeñas (lanzar agua, imitar truenos). Éstas funcionarían para desencadenar la lluvia y no porque ésta se deseara, sino porque es una parte de los mismos actores y que pueden intuir como inminente. Por eso, son danzas festivas, no rogativas, que incluyen pues el baile bajo la lluvia. De allí que el humano animista parecía conocer el momento exacto en que comenzaría la lluvia. “Los nativos no hacían la danza para que lloviera sino porque podían de este modo conectarse con la energía del medio ambiente, formar parte de él y celebrar la lluvia. El rito americano no significaba un acto mágico ni una súplica sino que significaba sentirse ´Uno´ con la Madre Tierra.” (Monterroso, Carlos “La trampas de Occidente”, Edit. Dunken, Buenos Aires, 2008; pág. 153)


Orlando Barone -periodista, Bs. As., cita en la revista Debate-
Leyendo el libro Las trampas de Occidente, de Carlos Monterroso, me di cuenta de que es cierto lo que allí se cita de Krishnamurti: “¿Puedes atrapar la brisa en tu puño? Si lo haces, ¿es eso acaso la brisa?”

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